Las longanizas comenzaron a fabricarse en la colonia cuando la antigua práctica española echó raíces en esta tierra como en otros lugares de Chile.

Don Eloy Serrano Ubis llegó a Chile procedente de Castilla la Vieja en 1910 y se instaló inicialmente en Bulnes y una década mas tarde lo haría en Chillán. Fueron famosos los chorizos de tipo riojano que se fabricaban con pimentón español, el costo del pimentón importado sugirió la idea de fabricar un chorizo para venta más inmediata y fresca que se vendió con mucho éxito en Santiago, donde lo denominaron “longaniza de Chillán”.

Don Eloy, luego vendió a una sociedad formada por su hijo Marcelino y un grupo de socios, entre los que se encontraba don Victoriano Bengoa Goitía, quienes se hicieron cargo del negocio a mediados de los años 50; algunos se retiraron y entró en la sociedad don Pedro Lamas cuyas actividades comerciales anduvieron mal al punto de quebrar. “Viviano Nuñez y yo, cuenta don Victoriano, compramos a la Sindicatura de Quiebras la parte de Lamas; más tarde murió Gómez y yo compré a la viuda su parte, asociado con mis primos Olalde, quienes a su vez se retiraron a comienzos de los setenta, desde entonces me hice cargo solo del negocio”. A pesar de estas vicisitudes, don Victoriano reconoce que la empresa continuó la ruta trazada por don Eloy. “Seguimos sus enseñanzas técnicas y su ética; no sacrificar la calidad por la ganancia fácil”.